sábado, 14 de febrero de 2015




Sărbătorile poeziei




Lucian Blaga (1895-1961)



Poeta y filósofo, estudió en Braşov, su ciudad natal, y se graduó de en Filosofía en Viena. 
Su mundo lírico abarca la vida campestre

y los eternos movimientos de las estaciones dentro de una particular mitología dispersa en el misterio de lo vegetal. 
Las palabras de Blaga poseen un extraño encanto rítmico. Sus últimos poemas tienden a

exaltar la esencia vital de la naturaleza, lo que da una nueva luz al universo de este hondo y meditativo poeta. Su rechazo categórico al marxismo y comunismo le supuso años de marginación y le privó del Premio Nobel, en 1956, bajo las presiones ejercidas por el gobierno rumano de entonces.

Obra. Poesía: Los poemas de la luz; Los pasos del profeta; En el gran

correr; La alabanza del sueño; En el vacilar de las aguas; En el castillo

de la añoranza; Los insospechados peldaños. Teatro: Zamolxis; El

maese Manole; La cruzada de los niños; El arca de Noé; Anton Pann.

Filosofía: La filosofía del saber; La trilogía de la cultura; La trilogía de los

valores. Narrativa: Hronicul şi cântecul vârstelor;  La barca de Caronte.





GORUNUL  

În limpezi depărtări aud din pieptul unui turn
cum bate ca o inimă un clopot
şi-n zvonuri dulci
îmi pare
că stropi de linişte îmi curg prin vine, nu de sânge.

Gorunule din margine de codru,
de ce mă-nvinge
cu aripi moi atâta pace
când zac în umbra ta
şi mă dezmierzi cu frunza-ţi jucăuşă?

O, cine ştie? - Poate că
din trunchiul tău îmi vor ciopli
nu peste mult sicriul,
şi liniştea
ce voi gusta-o între scândurile lui
o simt pesemne de acum:
o simt cum frunza ta mi-o picură în suflet -
şi mut
ascult cum creşte-n trupul tău sicriul,
sicriul meu,
cu fiecare clipă care trece,
gorunule din margine de codru.




EL ROBLE

En la clara distancia siento desde el pecho de una torre

cómo suena el corazón de una campana,

y en los dulces sonidos

se me antoja




que gotas de silencio y no de sangre

son las que corren por mis venas.

¿Por qué, oh, roble en el umbral de la selva,

cuando a tu sombra me acojo

y me acaricias con tus hojas trémulas,

por qué me vence con sus alas frágiles

tanta paz?

Oh, ¿quién sabe? Tal vez de tu tronco

han de hacer muy pronto mi ataúd.

Y quizás es el silencio que me espera

dentro de mi ataúd el que ahora siento.

Gotea en mi alma desde tus hojas

y, mudo,

escucho cómo crece en tu tronco mi ataúd.

Mi ataúd

creciendo en ti con cada instante que pasa,

oh, roble en el umbral de la selva...



YO NO APLASTO LA COROLA

DE MILAGROS DEL MUNDO

Yo no aplasto la corola de milagros del mundo

ni extermino

con la inteligencia los enigmas que encuentro

en mi senda,

en las flores, en los ojos, sobre labios o tumbas.

La luz de los otros

ahoga el hechizo de lo desconocido que se esconde

en las profundidades de la oscuridad,

pero yo,

yo con mi luz amplío el misterio del mundo,

y tal como la luna con sus blancos rayos

no disminuye, sino que, temblorosa,

hace crecer más aún el secreto de la noche,

así también enriquezco yo el oscuro horizonte

con altas flores de sagrado misterio

y todo lo que es incomprensible

cambia en misterio más grande todavía

bajo mis miradas,

porque yo amo

flores y ojos y labios y tumbas.



MELANCOLÍA

Un errabundo viento borra sus lágrimas frías

en los cristales. Llueve.

Inquietantes tristezas me acosan, mas todo

el dolor

que siento, no lo siento dentro de mí,

en el corazón,

en el pecho,

sino en las gotas pasajeras de la lluvia.

Injertado en mi ser el inmenso mundo,

con su otoño y crepúsculo,

me duele como una llaga.

Hacia las peñas pasan las nubes de rebosantes ubres.

Y llueve.



EN EL TRIGAL

De tanto oro estallan los granos de trigo.

Por aquí y por allá gotas rojas de amapola,

y en el trigal una muchacha

de largas pestañas cual espigas de cebada.

Ella cosecha con la mirada las gavillas claras del cielo

y canta.

Yo yazgo a la sombra de unas amapolas,

sin anhelos, sin remordimientos, sin pesares

y sin ambiciones. Soy solamente cuerpo

y solamente barro.

Ella canta,

yo estoy escuchándola.

Sobre sus labios calientes brota mi alma.



EL ALMA DE LA ALDEA

Niña, deja las manos sobre mis rodillas.

Yo creo que la eternidad ha nacido en la aldea.

Ahí todo pensamiento es más pausado

y el corazón late suavemente,

como si no lo tuvieras en el pecho,

sino en lo profundo de la tierra, en cualquier lugar.

Ahí se cura la sed de redención

y tus pies, si te han sangrado,

los asientas sobre un estrado de tierra.

He aquí que anochece.

El alma de la aldea pasa cerca de nosotros.

como un olor de hierba recién cortada,

como una caída de humo desde aleros de paja,

como un salto de cabritos sobre las tumbas altas.



HE COMPRENDIDO EL PECADO

QUE ESTÁ PESANDO SOBRE MI CASA

He comprendido el pecado que está pesando sobre mi casa

como un musgo ancestral.

Oh, ¿por qué he interpretado el tiempo y el horóscopo

de otro modo que la vieja que enría su cáñamo en el charco?

¿Por qué he querido otra sonrisa que la del cantero

que hace chispear la piedra al borde del camino?

¿Por qué he ansiado otro destino

en el mundo de siete días

que el campanero que acompaña

a los difuntos hacia el cielo?

dame tu mano, viajero que te alejas

y tú que te estás acercando.

Todos los rebaños de la tierra

llevan auras santas sobre sus cabezas.

De otro modo me aprecio desde ahora,

uno entre muchos, y me sacudo de mí mismo

como un perro que ha cruzado un río maldito.

Quiero que mi sangre corra por los cauces del mundo

para hacer girar las ruedas de los molinos celestes.

Me estremezco de felicidad:

todo el día por encima de mí,

poderosas, las bandadas de los pájaros

han apuntado con sus triángulos

hacia metas luminosas.



PARAÍSO DESHILADO

El portero alado sostiene todavía

un pomo de espada sin llamas.

No lucha contra nadie

pero se siente vencido.

En todos los prados y en el campo

querubines con el pelo plateado,

sedientes de verdad,

pero las aguas de las fuentes

rechazan sus vasijas.

Surcando sin ímpetu,

con arados de madera,

los arcángeles se quejan

por el peso de las alas.

Pasa por entre los soles vecinos

la paloma del Espíritu Santo,

apaga con el pico las últimas luces.

De noche, los ángeles desnudos

tiritan y se duermen en el heno:

ay de mí, ay de ti,

las muchas arañas enturbiaron el agua viva.

Algún día se pudrirán hasta los ángeles

bajo el surco,

la tierra marchitará los cuentos

del  triste cuerpo.









PASĂREA SFÂNTĂ   



Întruchipată în aur

                de scluptorul Constantin Brâncuşi



În vântul de nimeni stârnit

hieratic Orionul te binecuvântă,

lăcrimându-şi deasupra ta

geometria înaltă şi sfântă.



Ai trăit cândva în funduri de mare

şi focul solar l-ai ocolit pe deaproape.

În păduri plutitoare-ai strigat

prelung deasupra întâielor ape.



Pasăre eşti ? Sau un clopot prin lume purtat ?

Făptură ţi-am zice, potir fără toarte,

cântec de aur rotind

peste spaima noastră de enigma moarte,



dăinuind în tenebre ca în poveşti

cu fluier părelnic de vânt

cânţi celor ce somnul şi-l beau

din macii negri de sub pământ.



Fosfor cojit de pe vechi oaseminte

ne pare lumina din ochii tăi verzi.

Ascultând revelaţii fără cuvinte

sub iara cerului zborul ţi-l pierzi.



Din văzduhul boltitelor tale amiezi

ghiceşti în adâncuri toate misterele.

Înalţă-te fără sfârşit,

dar să nu descoperi niciodată ce vezi.

           






EL SANTO PAJARO



                        Esculpido en oro por Constantin Brâncuşi



En el viento por nadie desencadenado

hierático Orión te bendice,

llorando sobre ti

su alta geometría santa.





Viviste alguna vez en el fondo del mar

y al fuego solar diste vueltas muy de cerca.

En bosques flotantes gritaste

a lo ancho sobre las primeras agua.



¿Eres pájaro o una campana llevada por el mundo?

Te llamaríamos criatura, cáliz sin asas,

canto de oro girando

sobre nuestro miedo de enigmas muertos,



Perdurando en las tinieblas como en los cuentos

con flautas que recuerdan el viento

cantas  para los que beben el sueño

de las negras amapolas debajo de la tierra.



Fósforo caído de las antiguas osamentas

se nos parece la luz de tus verdes ojos.

Escuchando revelaciones sin palabras

bajo la hierba del cielo te pierdes el vuelo.



De el alto cielo de tus abovedadas mediodías

adivinas todos los misterios de las profundidades.

Álzate sin fin,

pero sin decirnos jamás lo que estás viendo.

               



ALDEA NATAL

Para Ion Pillat

Vuelvo después de veinte años por las mismas callejuelas,

donde he sido el amigo pequeño de la tierra de la aldea.

Ahora llevo dentro de mí la fiebre de la eternidad,

negra rémora, herejía culpable.

Nadie me conoce. Solamente el viento y el chopo

de oro. El chopo sostenido por un hilo invisible como el del huso.

Confundida, la torre seguirá mirando dos horas detrás de mí,

hasta que me pierda de nuevo bajo la raya del ocaso.

¡Cuánto ha cambiado todo! Las casas son más pequeñas

que las crecidas en mi recuerdo.

La luz golpea las paredes de otro modo, las aguas transcurren

de otro modo por entre las riberas del río.

La puertas se abren solamente para confesar su asombro.

Pero ¿por qué he vuelto? La claridad del alma no se ha cumplido,

mi tiempo feliz, mi hora más feliz

todavía no ha llegado. Mi hora espera aún

bajo cielos que aún no existen.



EL SOL IBÉRICO

Soy hombre de bosque y me gusta la hoja.

Pero en el pinar de Estoril,

bajo el sol tórrido,

ninguna sombra encuentras

para defenderte de los rayos.

Allí los manantiales no se abren.

Aventados por los molinos de viento,

los abrasantes olores pueden matar.

Me ilusiono un instante

con el océano que se vislumbra en el horizonte,

pero el agua tampoco tiene sombra

para cubrir mi corazón enfermo.

Para cubrir mi corazón enfermo

añoro las caricias húmedas del rocío,

las gloriosas caricias de Valaquia,

espesa y ancha, refrescante colina.



EL GRILLO

Pesado es todo: el tiempo, el paso.

Pesado el partir, el descanso.

Pesado el polvo, el espíritu,

pesado sobre los hombros aun el aire.

El peso más pesado, más grande

será el final del camino.

Para conciliarme con ello,

el grillo canta en el fogón:

Menos pesada que la vida

es la ceniza, la ceniza.



DON QUIJOTE

Sancho, ¿ves cómo nos lleva

la buena suerte por los países de piedra?

Caliente está la noche, como un horno.

Y hemos pasado la mala encrucijada.


Sancho, ¿ves en el horizonte señales,

las estrellas que nos acompañan

por el país azul,

empeñándose en guiarnos?


¿Qué divisas en las altas cumbres?

¿Molinos de viento de aspas blancas?

¿O son los traviesos dragones?


¿Qué derrotas nos están esperando?

¿O los molinos no son más que ángeles

que del cielo se cayeron sobre las Españas?



FINAL

Hermano, cualquier libro te parece una enfermedad vencida.

Pero quien te ha hablado está en la tierra.

Está en el agua. Está en el viento.

O todavía más lejos.

Con esta hoja cierro las puertas y guardo las llaves.

Estoy en cualquier parte, arriba o abajo.

Apaga tu vela y pregúntate:

el vivido misterio, ¿a dónde se ha ido?

¿Aún queda en tus oídos alguna palabra?

Desde el contado cuento de hadas de la sangre

vuelva tu alma hacia la pared

y la lágrima hacia el ocaso.









PARA LOS LECTORES

Allí está mi casa. Más allá, el sol y el huerto con colmenas.

Vosotros pasáis por el camino, miráis por entre las rejas

y esperáis a que os hable. ¿Cómo empezar?



Creedme, creedme,

se podría hablar sobre cualquier cosa cuanto se quisiera,

sobre el destino y sobre la serpiente del bien,

sobre los arcángeles que surcan con su arado

los jardines del hombre,

sobre el cielo hacia el cual crecemos,

sobre el odio y la caída, sobre tristezas y crucifixiones,

y más que nada sobre el gran pasar.

Pero las palabras son las lágrimas de los que quisieron

llorar y no pudieron.

Son tan amargas las palabras todas;

por esto, dejadme

pasear mudo por entre vosotros,

salir a la calle con los ojos cerrados.

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© Darie Novăceanu - Lucian Blaga - Antología poética general. Versión española, selección, notas, estudio introductorio y epílogo. Editorial Prensas Universitarias de Zaragoza - 2006