lunes, 5 de enero de 2015



Sărbătorile poeziei


Marin Sorescu (1936-1996)

El más conocido y más traducido poeta de su generación. Cursa el
bachillerato en una escuela militar, en Predeal, y es estudiante de filología
rusa en la Universidad de Iashi. Su primer libro de poemas –Solo
entre poetas– representa parodias líricas en las que imita con una ironía
debordante el arte poético de sus colegas contemporáneos. Cultiva
todos los géneros literarios –narrativa, teatro, critica– siempre con éxito
y no le es ajena incluso la pintura. Una sabiduría campesina, generadora
de temas y motivos poéticos, más una asimilación al paso de valores
universales, le mantiene en la primera fila de los poetas rumanos.
Obra: Poesía: La muerte del reloj; La juventud de Don Quijote, Alma
buena para todo; Las nubes; En la aldea de Lilieci. Narrativa: Cuidado
con el piano por las escaleras, Tres dientes de entre los primeros.
Teatro: El sacristán; La edad de la montaña de sal; Jonás; La balsa de la
Medusa. Ensayística: Los insomnios; La teoría de la esfera.

Para los pájaros desaparecidos

¿Cuántos pájaros habrá matado
el cielo
para acertar ese andar tuyo
tan suave, tan pausado?
Algunos eran muy extraños,
tenían el plumaje al revés
o tal vez ni eran plumas
sino hojas, como de árboles.
Ellos intentaban volar
hasta el árbol
donde suponían ver al hombre,
pero al tiempo no le gustaba
ese vuelo torpe
y borraba los pájaros
con el dorso de la mano.
Vamos al campo
a mirar
cómo se quema la alondra,
vela encendida en el amanecer
para los pájaros desaparecidos.

Por debajo de la puerta

El día de hoy
me lo han tirado,
como de costumbre,
por debajo de la puerta.
Me pongo las gafas
y comienzo a leerlo.
Nada diferente,
según puedo notar.
Dicen que a mediodía estaré triste,
sin decir la causa,
y dicen que seguiré amando la luz
desde donde la dejé ayer.
La última plana informa
sobre mis negociaciones con las aguas,
con las montañas, con el aire,
en cuanto a su pretensión absurda
de entrar en mi sangre y en mi cerebro.
Después, las noticias de siempre
sobre las fuerzas de trabajo,
sobre el camino del pan,
sobre la alegría,
(pero nada sobre el grave estado
de mi hígado).
¿Dónde habrán impreso
esta vida mía,
tan llena de faltas
inadmisibles?

Atavismo

El mirar por la ventana se convirtió en un tic,
todo el mundo mira por la ventana.
Lee, lava, ama, muere
y de vez en cuando se apura
y mira por la ventana.
¿Qué queréis ver?
Abandonad este pensamiento:
el que tuvo que llegar, llegó;
el que tuvo que partir, partió.
El que tuvo que pasar cerca, pasó.
Corred las cortinas,
cerrad las persianas
y tomad una vez más su presión.
Después que lo vio todo –lluvias, guerras,
sol, topos, acontecimientos
repetidos siempre igual–,
la humanidad no creo que desea seriamente
ver las cosas.
Y sin embargo, hela aquí,
pegada a la ventana
con un vacío en los ojos.
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R. Darie Novăceanu - 2015