domingo, 28 de diciembre de 2014




 Sărbătorile poeziei





Virgil Carianopol (1908-1984)

Publica su primer libro de poemas, Flores de espinas, a los diecinueve

años, bajo influencia surrealista, como casi todos los poetas de su

generación. Sin abandonar jamás esta experiencia juvenil, no se entregará

por completo al movimiento vanguardista rumano, para volverse

al universo tradicional, hacia la vida rural de manera especial. Es el

poeta que más se busca a sí mismo, siempre insatisfecho, siempre

descontento, vacilando en una dualidad –creyente y pagano que lo

desgarra constantemente. La guerra y los muchos años pasados en las

cárceles comunistas truncarán su carrera poética, pero tendrá la capacidad

de reanudarla después de casí veinte años de silencio total.

OBRA: Poesía: Flores de espinas; Virgil Carianopol; Un oceáno, una

frente en exillio; El libro de las doncellas; La hojarasca de mi otoño;

Escalera hacia el cielo; Poemas de la guerra; Versos; Canciones del

ocaso; Canciones rumanas; Los violines de la edad; Elegías y elegías;

Canciones de Oltenia; Luces para mi amor; Paisaje rumano; Canción al

partir el verano.



Pena



Pintado sobre hojalata,

borrado por el paso del tiempo,

Jesús, al borde del camino,

descansa sobre Su cruz, clavado.



De vez en cuando, algún niño,

entregado a sus juegos,

le quita una mano del clavo

y la deja colgar libremente.



Otrora, el cierzo

embestía la santa madera,

lo arrancaba de la cruz

y lo tendía al suelo.



La gente, según cada cual,

cuando llega el plazo justo,

lo tienden de nuevo sobre la cruz

y ponen los clavos en su lugar.



¿Dónde está aquel viejo mentor?



Me reconozco

delante de aquella puerta

sin recuerdos,

solo, con mi indignación rompiendo los cristales.



Me reconozco desde allí

y desde otros lugares.



Pero ¿por qué me acuerdo de vosotros

como de una pistola?

¿Por qué me acuerdo de aquella mujer

de miradas colgadas dentro de mí

como unas frutas?



Te conozco, silencio,

como a un lugar vacío,

te reconozco, adolescencia,

derrumbada encima de mí como una casa.

Y a ti, mañana, te reconozco

jugando con los gallos.



¡Ay, infancia de pantalones

rasgados por los perros!

¿dónde están las vacaciones que cada otoño

se convertian en pájaros migratorios?



¡Era yo en aquel entonces o solamente el noviembre?

¿Eramos nosotros o las llanuras de cuellos erguidos

hacia la verde sed de los maizales?



¿Dónde están nuestras sombras

con las rodillas del sueño en los párpados?

¿Dónde estoy?



Oh, viajante de humo,

tú, que no has tenido descanso ni amadas,

descúbrete y quédate allí,

allí donde hay un banco para los recuerdos cansados.



Los lobos de mis años han encanecido



Ahora sí creo, todo tiene un fin,

inútil gritaba cuando jóven, vanamente.

El tiempo no podía estar a mi lado,

ni más bello de lo que es, ni más generoso.



Otras veces, cuando llovía, cuando me vencía la vida,

joven, la esperaba para medirme con ella.

Hoy en día nada me duele,

Como si la vida no hubiese sido mía.



Cuando se iban las grullas, ansiaba palacios.

Hubiera querido apagar todo el país en los fuegos.

Hoy en día estoy tranquilo frente a la estufa,

escucho cómo gritan las grullas y lloran.



Otrora, cuando se emborrachaba el noviembre,

besaba dolorido las miradas del amor.

Hoy en día estoy cansado, no me atrevo a nada,

convivo con el silencio y los recuerdos.



No grito más, no maldigo a nadie.

Sobre mi vida hoy está lloviendo suavemente;

no se quejan las nieves, no soplan los vientos.

Los lobos de mis años han encanecido.



Las alas



–¡No me pongas alas! He protestado

frente al ángel que me sujetaba,

mientras me ponía alas a la fuerza

y me las pegaba a los hombros.



–¡No quiero! pero él, con la paciencia

que solamente los ángeles poseen,

no me soltaba, aunque le decía

que no sé cómo moverlas.



–¿No me oyes? ¿Precisamente conmigo?

¡No seas tan cruel!

No las malgastes, las pegas inútilmente,

Pues yo jamás volaré.



–¿Eres sordo? Lo he sacudido, golpeándole,

pero él trabajaba con más apego que nunca.

Sabía que habrían de faltarme.

Sabía que algún día tendré que volar.

.............................................................



© Darie Novãceanu - Antología de la poesía rumana contemporánea-,

Editura Elion – Bucarest 2002 y

Editorial Verbum – Madrid 2004

No hay comentarios: