jueves, 27 de junio de 2013

Tudor Arghezi







Tudor Arghezi

1880-1967


El más importante poeta rumano moderno. Custodio de una galería de arte en Bucarest, químico, monje, vendedor de periódicos en París, relojero en Ginebra, estudiante en Friburgo, profesor de historia de las religiones en una escuela militar. Publica su primer poema a los 16 años y el primer libro de poesía a los 47. Redactor, director y fundador de revistas y periódicos, fue encarcelado por colaboracionista (1918- 1919) y por su actitud antifascista conoció los campos de concentra­ción (1943). Su obra es modelo de perfección idiomática. Reanimó for­mas literarias desusadas e inventó otras, tales como la "tablilla", inge­niosa mezcla de narración y ensayo penetrada de un lúcido lirismo. Obra: Poesía: Palabras adecuadas; Flores de moho; Librito para el ano­checer; Versos; Cien poemas; La colmena; Canción del hombre; Versos escogidos; Hojas; Juegos de niños; Poemas nuevos; Siete hermanos; Cadencias. Narrativa: Tablillas del país de Kuty; Los ojos de la Virgen; El cementerio de la Anunciación; Lina; Imágenes de madera; La puerta negra; Páginas del pasado; Mundo viejo, mundo nuevo.

Durerea mea

Durerea mea de vineri duminica-i mai dulce.
O gust mai mult când sună un clopot dintr-o turlă.
De ziua săptămânii mi-e milă şi mi-e silă.
Anu-i opac şi vremea s-a-ngroşat,
Mă cheamă ora din trecutul isprăvit
Şi nu e loc să ies din cea de-acum,
Prin funingini şi scrum.
Timpul mi-este însă scump,
Căci mi se pare că-i al meu,
în vitejie şi-n înfricoşare.
Eşti un erou? Eşti un fugar?
Omule purtat cao manta târâş,
Din şapte nasturi mai atârnă cinci.
Doi s-au pierdut.
Unul a rămas pe munte,
Altul a căzut în râpă.
Auzi-l...Cade în eternitate.

Mi dolor

Mi dolor de los viernes es más suave el  domingo.
Lo sufro, sobre todo, cuando alguna campana
dobla deste una torre.
Siento piedad y asco por los días
de la semana. El año está sombrío,
creció el tiempo.
La hora de un pasado extinguido me llama
y no hay modo de salir de esta hora
entre cenizas y humo.
Aún me tienta el amor por el tiempo
porque parece mío,
tanto en el miedo como en el valor.
¿Eres un héroe? ¿Eres un cobarde?
Hombre arrastrado como un trapo roto,
de los siete botones quedan cinco,
Dos se perdieron:
uno entre las peñas,
otro hundido en el valle.
Oyelo...Cae hacia la eternidad.

Mărţişor - Casa poetului
Otoño tardío

Bajo la soledad de noviembre,
y en cuanto alcanza la vista, se derrama el parque
envuelto en el sueño fúnebre
de los espejos humeantes.

Y es que entre los árboles, milenariamente enfermo,
oscuro en sus profundidades, se extiende un lago,
y la sangre de las viñas y los castaños
flota sobre la superficie cobriza del agua.
Por entre los árboles, mi tristeza mira el horizonte
como un cuadro que no comprendiera:
¿detiene el sendero en lo hondo la arboleda o la espera?
El silencio es el eco de las ramas peregrinas.
Hospital de la tristeza, del remordimiento,
donde lloras tu amor incumplido
y recuerdas, con nostalgia y sufrimiento,
su imagen jamás encontrada.

Algunos alerces se han reunido a lo lejos,
mientras el parque reza en un murmullo...
Se cierra el anochecer como un libro
y el alma queda en prenda entre sus hojas.

La ceniza de nuestros sueños

La ceniza de nuestros sueños
cierne sobre nosotros a montones,
como caen en los búcaros
los pétalos azules dañados
por algún insecto oculto en las hojas.

Se agita el viento y gime.
La tierra se une al cielo,
las ciudades son bolas y ovillos,
hondas guitarras de maldiciones
y el aire está frío como el hielo.

La tierra es un molino vacío
con larvas mendigando cobijo,
moviéndose en el polvo muerto
que se escurre en el caos...

La tierra de los sueños que se han ido.

Salmo

Podría tomar la eternidad por compañera
de todos mis pensamientos;
hechizar nuevos violines, hallar nuevas melodías
y versos -ágiles y densos.

De cualquier modo el violín sabe qué decir
cuando lo oprimo con el arco o hago vibrar sus cuerdas.
Una inquieta ansia celeste
domina mi mano y me quema el alma.

Sé que nuestra estrella radiante en lo Alto
crece y espera descender hasta el violín.
Llevo dentro de mí el signo, como certeza
de que tengo el remedio para la muerte de todos.

¿Para qué, Padre, habría de dar y a quién,
el sonido de bronce de las fiestas?
No quiero mi pan por cantarte a ti
y no quiero mi cuenco rodeado de estrellas.

El cuerpo de mujer que sé abrazar
no te lo voy a entregar, caliente y blanco;
sólo no es pecado enturbiar
con el sufrimiento del cielo el agua del Jordán.

Quiero perderme en la oscuridad y en la podredumbre,
sin conocer la gloria, cruel y asqueado.
Que nadie sepa que me he deleitado
y que dentro de mí tú mismo has vivido.


La tierra antigua se ha civilizado.
Ya no hay ninfas, ni sirenas, ni náyades
meciéndose rítmicas y sensuales
en el ondulante lecho de las aguas.

Sobre el negro asfalto de los bulevares,
bajo la mirada de los guardias, en grupos,
los sobrinos de Orfeo van a la escuela
con sus pizarras de piedra y sus esponjas.

Todos han abdicado de su función divina,
han renunciado ya a las glorias eternas:
Apolo es profesor de mandolina,
Pan da lecciones de lenguas modernas.

Hércules es petrolero mecanógrafo,
y el propio Júpiter, boticario avisado,
despacha en cajitas, en su tienda,
comprimidos y jarabes.

Otrora llegaban a nuestros patios
y hablaban con nosotros, cantando,
pequeños ángeles de alas cortas
y Cándidos santos en sobrepellices nuevas.

Y algunas veces, en el jardín, al anochecer,
un serafín caía, agarrándose el dolorido pie,
herido en su vuelo
al chocar con una abeja.
¿Y cuántas veces, frenando nuestra prisa,
nos hemos asomado a la ventana del establo
para mirar la luz de Cristo
y oír cómo nos hablaba su voz?

Pablo de Tarso es hoy un pobre usurero,
y Crisóstomo, chico de una tienda,
mientras que el Esprítu Santo, encerrado en su jaula,
se ha convertido en polluelo de codorniz.


En el país hay paz, y fuera también;
los confines están tranquilos como nunca,
y hoy, en los protegidos campos,
los labradores cantan y surcan la tierra.

Al iniciarse la dulce primavera,
el pueblo recuerda las leyendas
y las hojas tiemblan en las ramas celestes,
y también, en secreto, tiemblan los boyardos.

Por supuesto, el Príncipe pensativo
está decidido a purificar el mundo.
Mete el palo hasta el cuello de los hombres
para que el culo encuentre la campanilla.

No hay piedad ni demoras
para quien se opone a la justicia.
Religioso, el Príncipe, a la vez que el palo,
prepara las velas y el pudding de trigo.

Respetuoso con las buenas costumbres,
para los grandes -sean paisanos o turcos-
tiene palos diferentes, horcas soberbias
para distinguir sus jerarquías.

Puede verse a los visires en sus alturas,
empalados sobre majestuosos álamos,
y para los santos, los curas y los obispos,
tiene madera santa y olorosa.

Y he aquí que las Cortes del país se reúnen
para agradecer al Príncipe la paz.
El está en su trono. Silencioso.
El alma cubierta de adargas.

Y mientras amigos y cortesanos con armaduras
brindan y alzan las copas de vino
en honor de las hazañas de Su Majestad,
el Príncipe piensa en los palos que se merecen.

 
 


 

R. Darie Novăceanu - Poesia rumana contemporanea . Barral- Editores, 1972
Notă inutilă: Institutul Român Cultural - condus de H.R. Patapievici - a refuzat subvenţionarea unui volum bilingv, în Spania, din poemele lui Tudor Arghezi.
 

Acasă, la Tudor Arghezi, cu Mitzura, fiica sa
 Nu întotdeauna
 
Nu întotdeauna, mă lămureşte Arghezi, cuvântul aşezat la dreapta virgulei este  cel căutat. Mai bine îl uiţi, pui punct şi te întorci pe alt drum de unde ai plecat. Ai spus sapă, o laşi acolo fără nimic alături şi ajungi la verb; când sapa începe să scrie, devine condei.
În toată poezia sa, Arghezi închide gândul şi revine pe neaşteptate în versul următor, înaintea punctului, reluând construcţia de unde a lăsat-o, după o geometrie nouă. Toate poemele sale sunt clădite după o arhitectură imprevizibilă. Odată început edificiul, silabele desenează volume mari şi mici, păstrate în cumpănă sub firul cu plumb al accentelor. Şi edificiul creşte de la sine, singura preocupare a poetului fiind aceea de a-l termina frumos.
Mai important decât primul vers pare să fi ultimul, cel care susţine întreaga greutate a materiei.Toate cuvintele refuzate de ceilalţi poeţi au fost culese de Arghezi fără alegere înnobilate şi salvate de la uitare.
Subterfugiul anticipării mirării şi inerogaţiei, cultivat cu evlavie de limba spaniolă, îi privează pe vorbitorii nativi şi de aiurea de surpriza rostirii. Nu poţi să-l anunţi pe ascultător de noutatea pe care vrei să i-o comunici, pentru că nu întotdeauna îi comunici ceva necunoscut. În schimb, cititorul beneficiază de scriitură şi ştie dinainte la ce să se aştepte
(Fragment din Arghezi, cu degetul pe cer)